Meridiano 89 oeste

Gustavito: un cuento policíaco

“En El Salvador existen dos realidades: una que está en la superficie y la otra realidad subyacente”. Me hicieron este comentario hace poco y se me vino a la mente esta semana con el caso de la muerte de Gustavito en el Zoológico Nacional.

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INVESTIGADORA Y ESCRITORA RADICADA ENTRE MADISON, WISCONSIN, Y SAN SALVADOR

Esta semana leímos colectivamente en los medios de comunicación un cuento policial detectivesco de terror, al estilo de “Los crímenes de la calle Morgue” de Edgar Allan Poe (1841). Para resumir el argumento, la primera versión del caso era que el hipopótamo Gustavito había sido agredido con picahielos por desconocidos en las instalaciones del Zoológico Nacional de El Salvador.

De acuerdo con esta versión, promulgada por la Secretaría de Cultura (SECULTURA) de la Presidencia, la salud de Gustavito se había complicado en los días después de ser barbáricamente atacado “con objetos contundentes y cortopunzantes por personas desconocidas e inescrupulosas”. Esas complicaciones supuestamente llevaron a su muerte el domingo pasado.

El enigma a resolver era quién o quiénes eran los culpables de semejante acto de barbarie. El crítico salvadoreño Paolo Lüers sintetizó el caso en su carta pública dirigida a Gustavito: “En un país plagado de violencia, surge como símbolo de todas las víctimas… ¡Un hipopótamo! Solo faltaba especular si te asesinó la MS o la 18 u otro sospechoso”.

En el género policial clásico el crimen suele ocurrir en los interiores de espacios domésticos, como es el caso en el cuento de Poe, donde el asesinato múltiple tiene lugar en un cuarto cerrado con llave del cuarto piso de una casa en la calle Morgue. En El Salvador, ni modo, el crimen ocurre en un espacio urbano hacia el sur del centro histórico de la capital. En todo caso, el ambiente del género policial actual suele, por lo general, ser urbano.

En vez de una figura altanera como el detective francés C. Auguste Dupin, tuvimos varios fiscales y un sindicato de trabajadores que cuestionaron la versión oficial de la muerte del hipopótamo. El 1.º de marzo uno de los fiscales involucrados en la investigación concluyó: “Hemorragia pulmonar es la causa de muerte, según necropsia. No se notó penetración de picahielos, como se dijo inicialmente”.

Por su parte, el Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de la Cultura (SITRASEC) señaló en un comunicado de la semana pasada la negligencia de las autoridades del Zoológico Nacional. Hizo notar que la situación de salud del animal venía degradándose desde hace 17 días y Gustavito no recibió atención médica adecuada. De acuerdo con el informe de los empleados, el hipopótamo presentó un bloqueo estomacal que no fue tratado de forma eficiente y eso fue lo que provocó su eventual muerte.

“En El Salvador existen dos realidades: una que está en la superficie y la otra realidad subyacente”. Me hicieron este comentario hace poco y se me vino a la mente esta semana con el caso de la muerte de Gustavito en el Zoológico Nacional.

El enigma queda por resolver. ¿Quién o quiénes son los culpables de la muerte del hipopótamo? En fin solo hace falta marcar la resolución de otro cuento de Edgar Allan Poe, “La carta robada”. Este cuento gira en torno de la búsqueda de una comprometedora carta. Registran el espacio y nadie la puede encontrar hasta recurrir a Dupin. El detective da con la carta ágilmente porque sabe que la solución del enigma muchas veces no está oculta, se ve fácilmente. En este caso no se habría que descartar tampoco las pistas y las personas que están a plena vista.

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