El fuego de Hestia

Conexión personal, un deseo para 2018

Mi deseo para 2018 es que cada uno de nosotros nos conectemos, de forma íntima, con nuestras narrativas personales, para conocernos mejor y sustituir las viejas historias por nuevas.

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Coach en Comunicación Intuitiva

La frase atribuida a Albert Einstein: “No podemos resolver nuestros problemas con el mismo nivel de pensamiento que los creó”, permanece vigente, sobre todo cuando nos observamos debatiendo diariamente acerca de cómo cambiar al mundo. Las opciones son múltiples, y van desde cómo contar con un nuevo tipo de político, pasando por el diseño de nuevos e inclusivos marcos legales, hasta el avance tecnológico que se supone contribuirá a que nos relacionemos mejor. Todos, cambios enfocados en lo externo que dejan de lado la necesidad de actualizar lo que cada uno de nosotros llevamos dentro.

Damos vueltas en los mismos temas y tras las mismas soluciones, haciendo exactamente lo mismo día con día y esperando que sea “lo externo” lo que cambie para, entonces, ajustar los lentes a través de los cuales observamos esa realidad que está allá, lejos, afuera.

Estoy convencida de que para iniciar y poner en práctica soluciones a nuestros problemas para comunicarnos y relacionarnos, debemos realizar un viaje profundo hacia los laberintos personales, esos en donde construimos nuestra narrativa y nuestra identidad. Porque es en esos espacios donde, consciente o inconscientemente, tejemos y damos sentido a nuestros deseos internos ajustándolos con lo que el mundo exterior nos presenta. Es ahí donde podemos adaptar los lentes con los que nos percibimos a nosotros mismos y a lo que nos rodea.

Desde ese espacio desarrollamos comportamientos y hábitos que nos dan una serie de resultados que no siempre están alineados con lo que deseamos profundamente. Sin hacer consciente lo que llevamos en el interior, los marcos de creencias y de identidad, sin responsabilizarnos por comprender y adecuar esa parte, difícilmente seremos eficaces en los roles que desempeñamos en nuestros entornos más cercanos. Simplemente actuamos como espectadores esperando que “lo de afuera” cambie nuestra realidad personal.

Hace varios años, decidí emprender ese viaje profundo y, con el acompañamiento de dos psicólogas, logré romper las capas de protección que había construido para aislarme de mí misma y de los demás, alcanzando el centro de ese pasado doloroso que me mantenía atada a una historia a la que pude darle aire fresco para verla, finalmente, evaporarse de mi identidad.

Durante ese tiempo entendí que el cambio me correspondía hacerlo únicamente a mí; que no hay gurús, ni pastillas, ni magia en un proceso de sanación emocional; sino la voluntad férrea de un individuo que desea experimentar realización y ser feliz. Y sobre todo que decide hacerse cargo de su vida.

En la medida que ganaba claridad acerca de mí, también mis relaciones más relevantes empezaron a mejorar. En el proceso, sumé herramientas con las que aprendí a gestionarme desde mis fortalezas en lugar de seguir justificando mis problemas en una historia pasada.

Creo que cada individuo debe ajustar sus lentes constantemente y actualizar los marcos de creencias en los que basa su historia, su identidad y la forma en cómo se relaciona con el mundo que habita. Esos lentes representan, metafóricamente hablando, ese “nivel de pensamiento” al que hizo referencia Einstein; y que, sin un ajuste permanente, nos mantiene atados a soluciones ineficaces ante los desafiantes problemas del mundo moderno.

Mi deseo para 2018 es que cada uno de nosotros nos conectemos, de forma íntima, con nuestras narrativas personales, para conocernos mejor y sustituir las viejas historias por nuevas, llenas de recursos y posibilidades, que nos permitan actuar efectivamente en el mundo que nos rodea y convertirnos en agentes de cambio que participen, constructiva y responsablemente, en los ámbitos en los que puedan verdaderamente incidir.

Que 2018 sea un año de transformación personal que nos permita avanzar hacia el desarrollo colectivo de nuestro querido país.

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