Es un monumento a la ausencia de habilidades administrativas. Es una situación absurda que solo tiene lugar en un país en el que los plazos se alargan de forma casi infinita gracias a las prórrogas que llegan para restarle importancia a la urgencia. En el puerto de La Unión, hay un barco que lleva anclado un año y medio.
El barco anclado es un símbolo de mucho de lo que nos ha traído al lugar en el que estamos: negocios opacos, inversiones mal pensadas, desconocimiento de las leyes, desidia e incumplimiento de las normas en nombre de cercanías políticas.
Los periodistas Moisés Alvarado y Rosa María Pastrán reconstruyen, con base en el registro de Panamá y El Salvador todos esos laberintos que han permitido que el barco se mantenga en ese sitio, incluso cuando representa riesgos de varios tipos para la terminal.
El buque tanque Guazapa 1 llegó en octubre de 2015 con bandera panameña. Está condicionado para transportar derivados del petróleo. La empresa que aparece como dueña es la panameña Guazapa, S. A que, como se detalla en este reportaje, está ligada a Alba Petróleos de El Salvador.
Pese a que lo usual hubiera sido que el Guazapa 1 llegara a Acajutla porque es el lugar que cuenta con una terminal de descarga de combustibles, esta nave llegó a La Unión y no se ha ido. Lo único que se mueve en este caso es la cantidad de deudas que giran en torno a esta inesperada estancia. A las autoridades cada vez se les hace más difícil explicar por qué han sido permisivas en este caso.
En momentos en los que palabras como “austeridad” e “impago” aparecen cada vez más en los discursos, el barco anclado en un puerto que casi nadie usa adquiere un significado que vacila entre la indignación y la incredulidad. Cuánto dinero hay metido en proyectos que no funcionaron porque no se cumplieron las especificaciones.