Buzón

La columna del periodista Sigfredo Ramirez «El país que les dejamos» narra la degradación ambiental que tenemos. Somos culpables todos por aceptar lo que nos imponen.

Degradación ambiental

Rutilio López Cortez
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La columna del periodista Sigfredo Ramirez «El país que les dejamos» narra la degradación ambiental que tenemos. Somos culpables todos por aceptar lo que nos imponen. Vivimos promoviendo un crecimiento económico ilimitado en un país con recursos limitados, sometidos a un consumismo desorbitante. Nos hacen creer que necesitamos tener teléfono, carro y vivienda en sectores exclusivos. En esto juegan un papel importante los medios de comunicación. Según el economista alemán E.F. Shumacher, «el consumo es meramente un medio para el bienestar humano, pero el fin sería la obtención de un máximo bienestar con un mínimo de consumo».

De no educar a nuestros hijos, la herencia nefasta que les dejaremos es un medio ambiente degradado. Hoy es cuando hay que inculcarles conciencia para que conozcan qué tienen a su alrededor, qué está pasando y cómo puede afectarle en un futuro. Sin embargo son pocas las personas que logran tener conciencia del medio ambiente y evitar explotar y transformar desmedidamente nuestro entorno. Esta conducta nos conduce a un colapso total de lo que existe y, con ello, de la especie humana. Por lo tanto es necesario un cambio de conducta generacional para mejorar nuestra relación con el medio ambiente.

Todos tenemos que contribuir estableciendo y practicando normas medio ambientales que permitan encontrar y mantener un equilibrio entre conservación y satisfacción de necesidades humanas y, así, lograr garantizar la sostenibilidad para las generaciones venideras. Para que esto se cumpla deben establecerse estrategias necesarias para convertirse en una práctica constante. La mejor enseñanza es el ejemplo. Este país es poseedor de riquezas naturales y las estamos degradando con las costumbres adoptadas de otros países. Por ejemplo : los depósitos y utensilios de «durapax» que nos proporcionan para llevar comida, uso desmedido de artículos electrónicos, no tratamientos de las aguas servidas y evitar el crecimiento desmedido del parque vehicular. Ahora debemos buscar alternativas para incursionar en la explotación de la energía: eólica, solar y marina. Somos los más comprometidos con las futuras generaciones para legarles un país con suficiente agua y aire puro y recuperar algunas zonas degradadas en nombre del progreso. Si nosotros disfrutamos ríos, lagos y playas, no debemos perder de vista que es la mejor herencia que dejaremos a nuestros hijos.


Amor y literatura

El encabezado de esta acotación son los temas fascinantes que rubrican la inspiración y encarnan en la vida de la entrevistada de Moisés Alvarado, “Claribel, nuestra alegría”. Durante toda su vida ha subrayado el compromiso con la resistencia no violenta en contra de regímenes dictatoriales y la injusticia social, comprometida con su presente histórico, con la vida y los problemas de su tiempo, su estilo literario con un enfoque de la realidad, donde bordea la denuncia social y las reivindicaciones de los derechos humanos, es lo que se dibuja en sus ensayos. La interrogada se ha ganado los créditos con el cultivo de varios géneros: poesía, narrativa y ensayo, pero su predilección está en acariciar las tenues vibras del sentimiento de sus versos tejidos con su singular acento. La obra de Claribel en alianza con la didáctica está impregnada de sentimientos pacíficos, auspiciando actitudes de tolerancia y respeto por la libertad y el bien común y, en otra arista, con un profundo adeudo con la realidad política y social en defensa de la democracia. Así lo muestran algunas de sus obras, como “Cenizas de Izalco”, donde aborda la matanza de indígenas campesinos levantados en armas en 1932 durante el martinato; “Historia de un ajusticiamiento”, que otea la vida del dictador nicaragüense Anastasio Somoza; “No me agarran viva, la mujer salvadoreña en la lucha”, dedicado a la memoria de heroínas y mártires, de reconocido abolengo combativo; y el ensayo “La encrucijada salvadoreña”, entre otros. Decenas de premios que ha recibido la colocan en el prez privilegiado de los grandes de nuestra identidad cultural, como parte del alma nacional y el resto de naciones hispánicas. Las tendencias ideológicas y literarias de la precitada escritora son el reflejo de la corriente literaria de la década 50-60, conocida como generación comprometida, con claridad en la fórmula que le ha elevado hasta el pináculo de los grandes con su empeño, agregado a la sinergia de su esposo Bud en buena parte de su producción y anhelando cerrar el capítulo de su vida con “Amor sin fin” como postrer libro. Así es el talento de intrépido, cuando deja correr la pluma puede matizar el gozo con el dolor con la magia de la inspiración. Como muy bien lo señala la carta editorial, “detrás de su obra no hay sólo talento”, son las virtudes, valores y principios los que completan su solemne talante.

Julio Roberto Magaña
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