Presunción de inocencia
Quiero referirme a la opinión de Mariana Belloso que tituló “Las culpables”, en la que señala el calvario vivido por una doméstica que fue acusada de ladrona y enviada a una cárcel de nuestro país. Me impresionó su frase de que “como sociedad somos especialistas en señalar, acusar, juzgar con rapidez y facilidad”, quejándose de que el debate sobre la presunción de inocencia se ha tardado mucho. Sobre esto último quise escribir hace mucho tiempo. Desde cuando presentaban a los reos sin camisa y empujados frente a las cámaras y los reporteros de diversos medios. Me preguntaba si dentro de los que presentaban ante las cámaras no irían algunos inocentes que estaban sufriendo, porque fueron capturados y estigmatizadas ante la población. Recordé cuando con los jóvenes estudiantes abordábamos el tema de la presunción de inocencia, y concluimos que era injusto que presentaran a los reos como que si ya fueron juzgados y declarados culpables. Lo peor es que no escuchaba a mi alrededor ningún comentario negativo al respecto. Creo que es porque la gente lo toma como normal. Entendemos que la presunción de inocencia que aparece reglada en la mayoría de sistemas constitucionales, y consecuentemente desarrollada por sistemas procesales penales, no fue un principio creado por una tratadista en particular, sino más bien su origen se remonta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgado por la Revolución Francesa de 1789. En nuestros días, el tema se llevó a discusión cuando una organización académica se quejó de la exhibición de unos abogados, no obstante, que antes habían pasado por las cámaras y los reportes periodísticos gente común que luego era liberada por falta de pruebas. Al respecto, he de apuntar que cuando alguien es liberado se suele culpar al abogado que llevó el caso, pero se olvidan de que si la Fiscalía y la Policía no presentan pruebas contundentes, los indiciados tienen que ser liberados. Mientras tanto se ha violado la presunción de inocencia y, como dice Mariana, nunca pueden quitarse el mote de ladrón, extorsionista o violador. Pero la presunción de inocencia no es compatible con las mentiras que utilizan muchos encausados en su defensa e incluso en sus negativas a declarar, dándose la paradoja de que muchos políticos procesados por corrupción exigen presunción de inocencia, demostrándose previamente que han mentido en forma reiterada. Así las cosas, los políticos con pruebas inequívocas de corrupción deben ser apartados de la política, sin dar pie a que se refugien en vericuetos procesales que se eternizan, obstaculizando las leyes.