Sobre Trump
El domingo pasado Leda Romero, comunicadora salvadoreña radicada en Chile, publicó en 7S un artículo llamado “El show de Donald Trump”, en referencia a las actitudes del nuevo presidente que, según ella, está transformando el show en una película de miedo. Quisiera agregar al respecto que unas semanas antes de que Trump firmara su cargo como presidente de Estados Unidos, el que iba a ser su portavoz en la Casa Blanca, Sean Spicer, adelantó que el controvertido magnate iba a seguir utilizando Twitter, igual que había hecho durante la campaña electoral. Y no le faltó razón: Trump, a través del Twitter, quien lleva solo más de un mes en la presidencia, ha ordenado un muro en la frontera con México, ha prohibido la entrada de musulmanes en el país, ha amenazado a grandes empresas, ha desquiciado a la Unión Europea, ha roto el tratado de libre comercio del Pacífico, ha insultado a la prensa, ha inventado noticias faltas (caso de Suecia), y todo esto sin dejar de tuitear.
En Twitter puede hasta ironizar contra quienes tiene más aversión, como cuando tuiteó: “Feliz 5 de mayo, el mejor plato de tacos se sirve en la Trump Tower Grill. Amo a los hispanos”, mensaje que le generó 200,000 likes. Twitter es un medio en el que Trump puede controlar todo, y de ahí el gusto por su uso, que le permite comunicar cuándo y cómo quiere, sin pasar por los filtros de los periodistas, según han explicado sus críticos. Ha utilizado esa red social como un megáfono para difundir sus ideas y ataques.
Trump previamente aseguró que las redes sociales le ayudaron a darle la victoria en las elecciones y también aseguró que se iba a controlar en el uso de su cuenta, algo a lo que parece no haberle hecho caso. Curiosamente, expertos en lenguaje corporal han visto en el saludo de manos del presidente una forma de poder sobre sus pares. Una descripción al respecto de The Washington Post dice que inicia normalmente el saludo al extender la mano, pero luego hala a su interlocutor para sacarlo de balance, y en ocasiones sostiene su mano más tiempo de lo normal. Por eso el primer ministro canadiense iba preparado y se sostuvo en el hombro del presidente mientras le daba la mano.