Buzón

Siendo un poco ecuánimes no es posible que el pandillero sea solo el exclusivo protagonista del mal y la destrucción. Ante todo son grupos de amigos “leales” socializados en la calle, defensores de su territorio, con organización, códigos de comunicación, solidarios…

Buzón

Desventuras escritas

Siendo un poco ecuánimes no es posible que el pandillero sea solo el exclusivo protagonista del mal y la destrucción. Ante todo son grupos de amigos “leales” socializados en la calle, defensores de su territorio, con organización, códigos de comunicación, solidarios… son expresiones de energía que se han volcado totalmente para el lado equivocado como un desahogo de su desventura; porque hay que decirlo con letras grandes, los comportamientos de estos “jóvenes del mal” reflejan la vida de tropiezos, maltratos y humillaciones a que han sido sometidos en sus hogares de miseria y se ven obligados a buscar cariño y solidaridad en la calle donde le encuentran sentido a la vida. Pero no encuentran solo eso, ahí también está la droga y la escuela del mal, y ya inmersos deben someterse a “su ley”. Su calvario aparentemente no tiene fin, puesto que saben que solo hay tres opciones: la cárcel, el cementerio o la reinserción que tiene pocas posibilidades. Es en esa condición socioeconómica en los hogares donde está la raíz del tumor, el 72 % de los grupos derivan de las familias más pobres; aunque ello no justifica que sean desarticuladas, irresponsables y vacías de afecto.

Pero ¿será posible que un miembro salga de la pandilla para hacer nueva vida lejos del crimen y la violencia? Eso lo determina el compromiso individual y el consentimiento de los “líderes”, porque la versión mental instalada es que la vida dentro de los grupos es para siempre, y ellos los únicos referentes en quienes confiar. Es una especie de esclavitud con camuflaje de lealtad.
En el reportaje de la edición 473, Valeria Guzmán refiere que los privados de libertad escriben libros de sus experiencias perversas, que son como una catarsis. Sin embargo, queda revelado con esto que pueden hacer muchas cosas buenas si esa energía se canalizara adecuada y oportunamente en beneficio social y no en terror como sucede, con lo que tendríamos una sociedad diferente. Así que hogares y gobiernos comparten culpa en esta ruina a la que hemos llegado, porque no se ha favorecido debidamente a la juventud en las condiciones de lo que necesita y se merece. Escribir es un ejercicio honesto, pero en este caso el enfoque alejado de una visión sana adolece de grandes vacíos en la esencia del campo literario, son nada más desventuras escritas que hasta pudieran servir de mal ejemplo.

Julio Roberto Magaña
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Al margen

Cuando de expresar las experiencias de un menor privado de libertad se trata, la mejor manera es que lo escriba en un papel porque, algunas veces, por no hilvanar bien las ideas y conceptos vertidos son confusos, más si son experiencias a temprana edad las que se han vivido. El reportaje de los menores privados de libertad, que hizo la periodista Valeria Guzmán, nos desnuda la triste realidad que algunos jóvenes han vivido y hoy tienen la oportunidad de expresar lo que muchas veces callan; y somos los adultos los que los dejamos solos debido a varias causas, por ejemplo: abandono antes de nacer, viven en hogares desintegrados, falta de orientación por la pérdida de valores. Me acuerdo que en mi infancia y adolescencia por obligación realizaba tareas de adulto para obedecer a mi padre, aunque no fuera de mi agrado su oficio. De esas experiencias no se me olvidan el ejemplo de disciplina y responsabilidad que teníamos ante los demás para cumplir un trabajo encomendado.

Hoy en día se hace difícil que un hijo acompañe a su padre debido a la imperante violencia. No se le puede enseñar a un hijo lo manual y lo práctico para realizar algún tipo de actividad laboral para prepararlo en el desempeño de las diferentes circunstancias que se le presenten en su vida social y laboral. Las redes sociales han venido a divorciar las relaciones padre-hijo por la distorsión de la realidad. Ahora es cuando se necesita que todos seamos parte de ese proceso de inserción para un futuro cambio en las nuevas generaciones. Algunos no podrán retroceder por el arraigo que los une, mientras otros si quieren, pueden aceptar otra oportunidad. Como se demuestra en el reportaje, una sola madre se presentó al evento y el resto de madres y padres tuvieron una razón de peso para no acompañarlos. Una causa común es el permiso laboral que no está contemplado en el Código de Trabajo para este tipo de actividades, y si hay permiso, pero con descuento y no abona en nada a la causa.

Por lo tanto Estado y sociedad deben de acompañar para reivindicar a estos jóvenes que buscaron el camino equivocado, debido a la exclusión social a la que estaban sometidas sus familias por el lugar donde viven.

Rutilio López Cortez
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