Buzón

Fue muy interesante el artículo de la AP en 7S sobre la desconfianza que los brasileños tienen hacia las vacunas contra la fiebre amarilla.

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Rumores hacia las vacunas

Fue muy interesante el artículo de la AP en 7S sobre la desconfianza que los brasileños tienen hacia las vacunas contra la fiebre amarilla. Estos rumores se han dado desde hace mucho tiempo hacia estas campañas que buscan evitar enfermedades endémicas. Y esta desconfianza hacia las vacunas tiene razones históricas, como lo que ocurrió en Guatemala entre 1946 y 1948, cuando 1,500 guatemaltecos, sin ellos saberlo, fueron inoculados con sífilis, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual, como parte de experimentos médicos patrocinados por Estados Unidos. Al respecto, en 2010, el presidente Obama expresó telefónicamente sus disculpas al presidente guatemalteco, a quien le dijo que “es algo chocante y condenable. Es trágico y Estados Unidos, desde luego, se disculpa ante todos aquellos afectados por esto”. Científicos de la época reclamaron que negros, latinos, indios, asiáticos, mulatos, mestizos se convierten en instrumentos de laboratorios, dirigidos y financiados por instituciones médicas de países poderosos económicamente. Durante el nazismo muchos médicos y científicos estuvieron involucrados en experimentos llevados a cabo utilizando seres humanos para sus investigaciones. Además de vacunas, los nazis investigaron, por ejemplo, cuánto tiempo tardaba un cuerpo en congelarse hasta la muerte. Para ello, a las víctimas se les colocaba en una tina con agua helada, desnudos, y a la intemperie a temperaturas menores de cero grados centígrados. Morían inevitablemente. Un científico nazi inyectó a un grupo de prisioneros la bacteria que causa la tuberculosis, con el objeto de encontrar un antídoto para la enfermedad. En muchos casos se mutilaba a un preso para trasplantar sus extremidades a otro. La idea era saber si se podía trasplantar extremidades, pero se hizo de forma tan cruel que muchas personas murieron o quedaron inválidas.
Experimentaban con humanos prisioneros lo que se les ocurría, como buscar una forma de hacer bebible el agua de mar, por lo que se privó de comida y agua fresca a los gitanos y se les obligó a beber solo agua de mar. Muchos desarrollaron graves enfermedades.
Ante el rechazo de algunas personas a las vacunas, recordemos que los rumores son informaciones parciales, falsas o poco contrastadas que se difunden rápidamente en un determinado grupo o sociedad. Son muy frecuentes en las situaciones de peligro, y pueden minar el comportamiento de las personas y el funcionamiento del grupo.

René Alberto Calles
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Corrupción, tema de portada

Si algo nos enseña el mapa de la corrupción en cualquier parte y época es que solo liderazgos valientes y resueltos pueden terminar con ese azote. “Una nación comienza a corromperse cuando se corrompe su sintaxis”, ha dicho Octavio Paz. Es básica una buena gobernabilidad como estrategia frontal derivada de la acción coordinada de instituciones de control que reduzcan los espacios para la putrefacción. Esa gobernabilidad dotará a las instituciones de la autoridad necesaria para reflejar no solo la apariencia de legalidad, sino la firmeza ética que nunca va a doblegarse ante funcionarios venales de la corrupción pública o privada, celando además que las instituciones no sirvan de trampolín para el lavado de activos procedentes de sectores oscuros que subvierten las leyes.
Sin ética no hay democracia y las entidades estatales no deben permitir la colusión de infiltrados en las decisiones de país. Elegir la ética como punto de honor y castigar la podredumbre debe ser la consigna de un Estado que ahora es un huérfano de honradez. Las penas deben cumplirse lo mismo para ladrones con fuero, saco y corbata que para empleados de bajo nivel, no es posible seguir con “la justicia que persigue a los pequeños”, como reclama el reportaje de Moisés Alvarado. En una sociedad altamente polarizada resulta bien fácil ver la corrupción en los otros, pero lo que veo a mi lado no lo es, postura que solo eleva los niveles de tolerancia, abriendo las puertas para que funcionarios de alta jerarquía derrochen las esperanzas de los más necesitados; arremeter sin tregua implica un órgano judicial fuerte, independiente e inamovible, lo que por hoy estamos lejos de tener. Cierto es que corrupción hay por todos lados del planeta, pero lo que nos diferencia es la impunidad que se expresa con el velo de la indolencia y el pesimismo para atrapar a los que parecen inasibles. En El Salvador la corrupción no se castiga ni con las leyes ni en las urnas, resulta una paradoja entre “popularidad” de políticos corruptos y repudio por ese flagelo, pero ahí están de nuevo los imputados reelegidos por los mismos que hacen señalamientos. La ruta del escape a la impunidad solo será posible, como queda dicho antes, con un sistema judicial despolitizado, competente y responsable, y no putrefacto como el que tenemos. De otra manera, seguiremos cargando la vergüenza de ese lugar 112, hiriendo la dignidad del salvadoreño íntegro.

Julio Roberto Magaña
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