Buzón

El lavado de dinero es una actividad delictiva que tiene impactos letales en la vida económica de los países donde pernocta; vil negocio que pasa casi inadvertido por mucha gente.

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Vil negocio

El lavado de dinero es una actividad delictiva que tiene impactos letales en la vida económica de los países donde pernocta; vil negocio que pasa casi inadvertido por mucha gente. La legitimación de activos originados en movimientos ilícitos con su alto poder corruptor impacta la institucionalidad de un Estado. Los delitos que preceden al lavado crean redes de procesos y empresas que corrompen una diversidad de instituciones públicas y privadas; lo que sería suficiente para hacer los máximos esfuerzos para fortalecer la prevención y persecución de ese ignominioso monstruo, más cuando se trata de entidades frágiles como las nuestras que sufren toda clase de drenajes de los recursos públicos. Aunque la experiencia muestra que no siempre va a ser dinero lo que se derive de esos blanqueos delictivos.

El lavador trata de desprenderse de las cuantiosas sumas en efectivo, desliga los fondos ilícitos de su origen y procura la integración final de su riqueza obtenida por medios ilícitos a las esferas económicas oficiales. De esa manera, ese brote agresivo se vuelve espinoso desafío para las autoridades competentes, porque a ese nivel es más complicado diferenciar el origen de los capitales obtenidos ilícitamente de los de origen legal, salvo que se tenga un historial exhaustivo del recorrido indebido del billete.

La compraventa de inmuebles con testaferros o familiares es uno de los artificios habituales, y se puede llegar hasta sofisticadas argucias donde las inversiones son parte de una estrategia más amplia en la que se involucran compañías y empresas “pantalla”, y préstamos simulados donde el delincuente se presta a sí mismo, por ahí enrumban los paraísos fiscales.

En su entrega dominical “Las reformas que buscan cercar el lavado de dinero”, Moisés Alvarado relaciona el impulso creciente que va conquistando el crimen organizado, tal vez más organizado que el mismo Estado, con la participación de funcionarios que han caído en las tentaciones que quebrantan el orden jurídico, social y moral. Basta caminar por pueblos y ciudades donde de la noche a la mañana aparecen inmensas construcciones con enormes negocios con propietarios que nunca han sido acomodados. En las fronteras hay propiedades compradas con el dinero del mal que involucra a dos países, y sus dueños se desplazan con toda libertad por esos linderos a la luz de los uniformes, que supuestamente custodian esos confines. El grado de posicionamiento es asombroso, ya que mutan en sus estrategias y burlan la enclenque legislación vigente.

Julio Roberto Magaña Salinas
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Argelia: Amada Libertad, mujer solidaria

Como ya es habitual, las mañanas de domingo son especiales. Como rutina que se vuelve hábito, espero LA PRENSA GRÁFICA, en especial Séptimo Sentido, el que colecciono y pasa a formar parte de mi biblioteca personal. Esta vez, mi lectura se centró en una amiga, Argelia Quintana.
Conocí a Argelia por el año 2000, había decidido irme de casa, necesitaba abrir camino, estudiar, buscar un trabajo… Argelia además de ser una mujer persistente, decidida y con un entrañable amor por su hija, que conocemos a través de ella, —Leyla, su amada libertad—, es una mujer solidaria, para mí fue de esos ángeles que encontré a mi paso, se convirtió en un peldaño, cuando me abrió las puertas de su casa, de su amistad. Conozco de su lucha constante, de su amor por la vida, de su perseverancia. Infinitas gracias, Argelia, por compartirnos tu testimonio y tu ejemplo.

Karina Amaya
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Divididos por categorías

En nuestro país, todos estamos ubicados en una estratificación social, que es la desigualdad que nos estructura entre distintos agrupamientos de individuos donde nos ubican. El sistema político y social permite que seamos reconocidos de acuerdo con diferentes criterios de categorización de poder, prestigio, propiedad o ingreso. Por esta razón, basados en una de las características universales de la sociedad humana: la diferenciación social, es como en nuestro país existen estratos en la educación, la salud y el trabajo.

La estratificación social es un estimulante para las personas calificadas, que posibilita el buen funcionamiento de la sociedad, en la cual los miembros tienen la sensación de que se ha hecho justicia con ellos cuando se les valora como superiores o inferiores de acuerdo con las normas valorativas de su entorno. Si no existe ese sentimiento de justicia cumplida, sobreviene la apatía de los mejores, como sucede en algunos centros de trabajo. La columna del periodista Sigfredo Ramírez, “De cuarta categoría”, viene como anillo al dedo. Dada las diversas circunstancias que todos vivimos, somos nosotros los que permitimos que nos ubiquen, como en algunos bancos que tienen una base de datos y que al realizar una transacción atienden primero al que les genera más ingresos; y permitimos esa desigualdad para que no se cumpla el artículo 3 de nuestra Constitución.

Hace falta una reflexión sobre el trabajo, los derechos humanos y el resto de nuestro entorno, que mejore los métodos de aproximación a la realidad que vivimos. Por esta razón agradezco que Séptimo Sentido nos abra un espacio para un encuentro de investigación y de herramientas conceptuales que pueden generar buenos resultados en un futuro próximo.

Rutilio López Cortez
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Séptimo Sentido

Séptimo Sentido les invita a que nos hagan llegar sus opiniones, críticas o sugerencias sobre cualquiera de los temas de la revista. Una selección de correos se publicará cada semana. Las cartas, en las que deberá constar quien es el autor, podrán ser editadas o abreviadas por razones de espacio o claridad.

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