Buzón

El mundo se divide entre quienes leen y los que no leen. El amor por los libros debe cimentarse en el mejor de los casos en compañía de la leche materna; un hábito cariñoso a temperatura temprana en el mundo de la palabra.

Buzón

Gratitud

El mundo se divide entre quienes leen y los que no leen. El amor por los libros debe cimentarse en el mejor de los casos en compañía de la leche materna; un hábito cariñoso a temperatura temprana en el mundo de la palabra. Su continuación por esa ruta es una de las gentilezas más ingeniosas de formar el carácter del futuro amante de los libros que luego con un pequeño salto le encuentra el sabor oculto a la literatura. El Premio Nobel de las Letras 1978, Isaac Bashevis Singer, dijo alguna vez “existen quinientas razones por las que escribo para niños”. Y es que escribir para niños no es fácil, adentrarse en su universo implica conocer a fondo las necesidades de lectura que anhelan, ya que los textos deben concebirse desde el mismo interés del niño donde no cabe ninguna imposición. “Cómo escribir libros para niños de dos mundos” es el aporte que esta vez nos comparte Moisés Alvarado en alusión al oficio de la literatura infantil y el consumo de esas lecturas que deben hacer los infantes desde sus primeros años de vida. Al disponerse escribir una obra para peques se debe nutrir con los infaltables ingredientes de la imaginación y la fantasía como piedras angulares. Estas deben hospedarse en cada obra que se fecunde en función del potencial del pequeño lector que al intimar de manera libre y feliz con sus amigos imaginarios les dará vida a los personajes de la ficción hasta llegar a considerarlos como si fuesen de carne y hueso. Además, la obra debe llevar inherente el componente didáctico que por años ha sido el medio más adecuado para fortalecer el inventario moral. Los que se dedican a la sublime tarea de escribir para los lectores de edad temprana, llevándolos de la mano en la formación de ese virtuoso hábito, tienen corazón de niño, pero además son un apoyo imprescindible para las familias que lanzan a sus hijos al infinito cultural, “también tiene que ver con la construcción de la identidad”, añade la carta editorial. Hay que leer siempre y también escribir cuando se pueda para comprender mejor la realidad y tener una cosmovisión amplia del mundo en que vivimos. La literatura infantil concede su gratitud a quienes piensan en los niños.

Julio Roberto Magaña
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Hábitos de lectura

En el reportaje “Cómo escribir libros para niños de dos mundos”, Moisés Alvarado difunde un libro que trata acerca de los niños que por alguna razón tuvieron que emigrar. El libro busca que ahora tengan un pedazo de historia de su país, narrada en su nueva lengua, que es la que dominan. El principal promotor es el escritor Jorge Argueta, que realiza lo que tiene a su alcance para sembrar la semilla del hábito de lectura para que estos niños no pierdan sus raíces culturales, que debido a las nuevas tecnologías se pierden. Por esta razón padres e hijos es el binomio perfecto para no decaer en la lucha de encontrar lecturas amenas en base con lo sucedido en nuestro país. El ejemplo dado por Jorge Argueta de acomodar una pequeña biblioteca en donde residió por un tiempo es digno de imitar. La empresa privada y el Gobierno son los más indicados en promover este tipo de actividades en beneficio de la niñez. Los escritores que narran para los infantes nutren el espíritu del niño, sin embargo, son excluidos en del ámbito literario, y a los padres nos corresponde fomentar el hábito de la lectura en nuestros hijos. Una forma es interactuar leyéndoles libros de cuentos antes de dormir para que los niños se sientan atraídos y para que, en un futuro, tengan la capacidad de seleccionar los libros que les gusten y, al mismo tiempo, mejoren su expresión verbal para que florezca su léxico y analicen lo que leen. Es muy importante evitar la lectura como una obligación.

Rutilio López Cortez
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