Buzón

Ya se ha repetido tantas veces que la violencia en El Salvador es un problema complejo que debe ser abordado alejado de análisis simplistas y de emociones partidarias, pues estamos en una sociedad condensada en blanco y negro en donde se pierde con facilidad la riqueza de una reflexión que debe estar separada de los credos extremos que tanto daño le vienen haciendo a este país.

Buzón

Imparable

Ya se ha repetido tantas veces que la violencia en El Salvador es un problema complejo que debe ser abordado alejado de análisis simplistas y de emociones partidarias, pues estamos en una sociedad condensada en blanco y negro en donde se pierde con facilidad la riqueza de una reflexión que debe estar separada de los credos extremos que tanto daño le vienen haciendo a este país. “La república de las masacres” es la tétrica entrega de Glenda Girón y Ricardo Flores en donde abunda en este luctuoso tema y no termino de leerlo cuando ya ha sucedido otra masacre en una zona rural de Santa Ana, donde acribillaron a un antisocial, su consorte y dos menores inocentes. ¡Imparable escabechina! Las impresionantes imágenes de la barbarie que a diario vuelan por los medios impactan a quienes nos duele El Salvador y otros que talvez ya se acostumbraron a esa devastación humana.

La violencia siempre es un síntoma de problemas más profundos y mientras no se encuentren apropiadas soluciones, los inicuos seguirán ganando terreno. Ya tenemos décadas de estar sufriendo masacres motivadas por diferentes circunstancias y lo que hoy enfrentamos como país es el acabose, se llevan de encuentro a niños que nada tienen que ver con la paranoia. Erasmo de Rotterdam en su “Elogio de la locura” da cuenta de “que en el mundo la razón apenas tiene poder y lo que reina es una insensata confusión”, estamos en el borde del desborde. Y no basta que el país respire el alivio de saber a los asesinos condenados, si el vivero de los malhechores crece al mismo ritmo de las muertes, tampoco borran del imaginario social los dantescos cuadros que cotidianamente están presentes en el escenario delictivo.

Es peligroso acostumbrarse a esas escenas como algo normal como ha sucedido con los actos de corrupción, hay quienes creen que eso es normal y se quedan con los gritos silenciosos ante la angustiada complejidad de tan sangrienta debacle que cada día se arraiga más en la estructura social.
Las autoridades no están actuando en sincronía. Los malhechores son aprehendidos por los uniformados, sentados en el banquillo pero no condenados en variados casos; las instituciones mismas están infiltradas, no solo las alcaldías, sino las mismas encargadas de hacer justicia, así se vuelve difícil el combate de la epidemia de homicidios y solo nos lleva a seguir siendo un país totalmente desencantado sembrado de muertos.

Julio Roberto Magaña
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Desde siempre

Los países con organizaciones socio-políticas más complejas se desarrollaron desde hace 2,000 años antes de Cristo. Y cuando llegaron los españoles, existían varias culturas a lo largo de América, pero con la llegada de los conquistadores españoles se inició un exterminio que arrasó con los pobladores de la región. Desde esa época hasta hoy, no estamos exentos de las masacres, si hacemos un recuento desde la conquista de los españoles cuando sucedieron las primeras masacres en nuestro país, los que más han muertos son activistas políticos, religiosos, sindicalistas, obreros organizados, alcaldes, empresarios y ciudadanos extranjeros han sido los casos más significativos en nuestra historia.

Las masacres de hoy se dan en zonas habitadas por la clase trabajadora pobre y queda demostrado que son un vivo reflejo de la intolerancia, arrogancia y maldad del ser humano. De nada sirvió lo proclamado el 16 de enero de 2012, fecha de aniversario de los Acuerdos de Paz, cuando el entonces presidente Mauricio Funes pidió perdón a los familiares de todas las masacres ocurridas durante el conflicto armado y además anunció una serie de medidas para la reparación moral y económica en favor de los afectados por la guerra civil.

El reportaje “La república de las masacres” de los periodistas Glenda Girón y Ricardo Flores es un recuento investigativo de todas las masacres violentas sucedidas en varios municipios del país que muestran, con detalles, evidencia de esta nueva embestida de violencia que sufrimos todos. Cuesta entender el objetivo que nos lleva al estado que vivimos y, por alguna razón, algunas veces es el mismo pueblo que al no ver resultados de investigación, se toma la justicia por sus propios medios, en vista que también han asesinado inocentes que se encontraban en el día y lugar equivocado.

Rutilio López Cortez
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“El gran silencio”

Como suscriptor de LA PRENSA GRÁFICA, no me reprimo jamás de la lectura cotidiana en ningún día del año. Sobre todo el domingo en mi descanso laboral, ávido y expectante de Séptimo Sentido.

En esta ocasión me cautiva específicamente “El gran silencio” de Jacinta Escudos. Gabinete Caligari inicia con el cuento de Ted Chiang refiriendo la comunicación de las especies que conviven con nosotros los humanos, y que de una forma u otra pretendemos entendernos con ciertos animales, sean estos loros, delfines o simios, etc. Con frecuencia nos asombra que la coexistencia es cuestión de lógica y fraterna convicción.

Tengo la esperanza de que un día, con la ayuda de la tecnología, podríamos lograrlo, entonces los caudales cognitivos arribarían a las fronteras hoy insondables. En síntesis, hurgamos por doquier la comunicación con otras formas de vida, con la fe y esperanza de hallarla en el espacio sideral. Personalmente, soy expectante soñador que mientras exista la raza más inteligente que somos, llegaremos a realizar esa quimera expresada por muchas generaciones del contacto extraterrestre. Quizá esto se deba a que soy asiduo y apasionado por la lectura de Erich Von Daniken, de J. J. Benítez y su “Caballo de Troya”, “Los ojos de la Virgen de Guadalupe” y “Yo, Julio Verne” , pero al referirme específicamente en la lectura de ficción de Yosip Ibrahim “Yo visité Ganímedes”, satélite de Júpiter llamado el Planeta Amarillo, aduce que en su cosmos ilusorio no existen especies animales porque no son necesarias.

De súbito al leer esto, no imaginé ser vegetariano y carecer mis hijos del afecto tierno por sus mascotas caninas. Finalmente apasionado por el sendero que los escritores me conducen y hoy que leo a Jacinta Escudos, me obliga a agradecerle, así como a todos los columnistas que mediante sus páginas emocionan con la lectura como la que hoy nos da Jacinta, instruyen, transmiten y nos hacen soñar con la esperanza de sana comunicación, arribar y convivir algún día a otras vidas galácticas, con la certidumbre de las civilizaciones antiguas, mayas, sumerios, egipcios, etc., conservan vestigios de las visitas que seres de otros mundos permitieron ciertos conocimientos, según History Channel, National Geographic.

Déjenme soñar que la comunicación pretendida nos permitirá una vida mejor y así erradicar la actual, llena de conflictos, homicidios, guerras, delincuencia y, entre lo más horrendo, vil y despreciable, feminicidos que presencian los hijos de las tantas víctimas. Mientras tanto “El gran silencio” concluya su mutismo, esperemos que Dios nos proteja.

José Carlos Vásquez
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