Buzón

Miles de salvadoreños desaparecieron durante la guerra civil. La Comisión de la Verdad documentó 5,000 desapariciones forzadas ocurridas entre 1980 y 1992. Gracias al trabajo de las familias de las víctimas y las organizaciones de derechos humanos…

Buzón

Los desaparecidos

Miles de salvadoreños desaparecieron durante la guerra civil. La Comisión de la Verdad documentó 5,000 desapariciones forzadas ocurridas entre 1980 y 1992. Gracias al trabajo de las familias de las víctimas y las organizaciones de derechos humanos, se ha recopilado más información que permite estimar en 10,000 los desaparecidos en la década de los ochenta; de esa cifra pocos se han encontrado, se desconoce el paradero de la mayoría, el único consuelo es la expectativa que el actual presidente de la república prometió en su campaña y que se precisó recientemente con la creación de CONABUSQUEDA, que pretende saldar la deuda histórica con esas víctimas a fin de propiciar el reencuentro o restitución de sus restos, con lo que al menos se abre una luz de esperanza para quienes arrastran esa congoja acumulada.

En consonancia con ese compromiso, El Salvador se convirtió en signatario del Tratado Consultivo de la Comisión Internacional Sobre Personas Desaparecidas. La entrevista de Valeria Guzmán “¿Dónde se enflora a un desaparecido?” encierra un interesante contexto vertido en el diálogo con una protagonista, madre Lupe, víctima de aquel sufrimiento que cautivó a Manlio Argueta su novela de vocación social “Un día en la vida”, ganadora del premio UCA Editores.

Desafortunadamente, el fenómeno de las desapariciones no finalizó con la firma de las Acuerdos de Paz, nada se aprendió del oscuro pasado ilustrativo. En los actuales momentos los recuentos de personas reportadas como desaparecidas vuelven a inflarse, las desapariciones son cotidianas como en la guerra civil y cientos de personas viven en silencio sus peculiares historias sin tener al menos la suerte como los casos del conflicto donde ciertamente los salvadoreños siguen buscando a sus familiares pero tienen al menos el ínfimo aliciente de tenerlos registrados en el Monumento a la Memoria y la Verdad del parque Cuscatlán, en una incipiente base de datos.

La memoria no se rinde y es vital para que una sociedad se haga cargo del pasado, presente y futuro; la presión y el trabajo de los familiares ha demostrado que con la esperanza en ristre la localización es posible. Dar solución a todo caso de desaparición forzada es de imperioso compromiso para que el país avance en el fortalecimiento de su sistema de justicia y se consolide el Estado de derecho, solo así quedaría en evidencia una verdadera voluntad de evitar la repetición de tan repulsiva barbarie.

Julio Roberto Magaña
[email protected]


Las otras Guadalupes

La entrevista de Valeria Guzmán “¿Dónde se enflora a un desaparecido?” nos hace mirar al pasado, cuando el conflicto armado nos arrebató a alguno de nuestros familiares o amigos. En este país existen más Guadalupes Mejía que ocultan su reclamo por no ser escuchadas. Diferente es la entrevistada que tuvo o tiene la oportunidad de contar las peripecias que le ha tocado sufrir por denunciar los atropellos sufridos durante la guerra. Cuál es el costo que se tiene que pagar para encontrar a los familiares desaparecidos por haber sido tildados de comunistas y ahora aparece su nombre en el Monumento a la Memoria y la Verdad. En mi caso me tocó ver desaparecidos amigos, vecinos, compañeros de estudios y ni sus nombres aparecen en ese monumento. Cuántos más testimonios están en el olvido y cuántos deambulan por las calles enloquecidos por los traumas de la guerra.

Es de justicia dar con el paradero de tanto desaparecido que haya sido combatiente o señalado por las fuerzas paramilitares. Es imperante acompañar a las familias de los desaparecidos para que sus peticiones sean oídas.

Desde el punto de vista social, el costo ha sido muy alto y una consecuencia es que las armas quedaron en manos de la población civil, lo cual propició el surgimiento de las pandillas de jóvenes y adultos denominadas maras, que se dedican a la delincuencia y al tráfico de drogas, que han hecho de El Salvador uno de los países más violentos del mundo. Por esta razón la desaparición forzada es una de las más penosas páginas de la historia nacional y signo de una patología de la sociedad salvadoreña: la impunidad.

Los responsables de todas las desapariciones no han rendido cuentas por sus acciones debido al nivel de impunidad existente en nuestro país, y como prueba, hasta la fecha nunca se ha realizado un juicio por un caso de desaparición forzada.

Rutilio López Cortez
[email protected]


La paz incompleta

No había manera de que empezáramos bien con la paz si antes no se escuchaba a esta gente que perdió lo más valioso que tenía: a su familia.

La madre Lupe dio batalla, y la sigue dando. Todos los que buscan descalificarla por sus ideas políticas no tienen idea de lo reducido de su argumento. Porque la política es mucho menor a los lazos familiares. Nadie, ni de una ideología ni de la otra, merece pasar décadas buscando sin tener certeza de si busca vivos o muertos. Es injusto que esto no haya sido una prioridad. Ojalá que este nuevo organismo que se ha formado venga a dar una respuesta concreta y no se convierta en otra de esos elefantes blancos que solo chupan el dinero y no entregan ningún resultado.

Cristian Salazar
[email protected]

Generic placeholder image
Séptimo Sentido

Séptimo Sentido les invita a que nos hagan llegar sus opiniones, críticas o sugerencias sobre cualquiera de los temas de la revista. Una selección de correos se publicará cada semana. Las cartas, en las que deberá constar quien es el autor, podrán ser editadas o abreviadas por razones de espacio o claridad.

ARTICULOS RELACIONADOS